El presidente de Brasil, Lula da Silva, ha tomado una decisión contundente para frenar la violencia en el país, suspendiendo la política de uso de armas de fuego implementada por su antecesor Jair Bolsonaro. Firmó decretos que restringen el acceso a armas y municiones, limitando a dos la cantidad de armas por persona en lugar de cuatro, y reduciendo las municiones permitidas de 200 a cincuenta.
El “Programa Acción de Seguridad” busca controlar la proliferación de armas de fuego en manos de particulares, ya que bajo el mandato de Bolsonaro, el número de armas en posesión de civiles se triplicó llegando a cuatro millones. Además, Lula trasladó la responsabilidad del control de armas civiles del ejército a la policía federal, buscando mejorar la supervisión y el intercambio de información.
El Gobierno de Lula reconoce que abordar la violencia en Brasil también implica atender sus raíces y ha incluido medidas para endurecer las penas para delitos antidemocráticos y tomar acciones drásticas contra los ataques a escuelas. Con estos decretos firmados, Lula da Silva muestra su compromiso en fortalecer la seguridad y reducir la violencia en el país.